MODELO DE PARTICIPACIÓN Y CONVIVENCIA CIUDADANA:

a) Ciudad abierta y participativa:

Entendemos la ciudad como el espacio público compartido, dinámico y vivo, en el que habitan y conviven los ciudadanos. Ciudadano es para nosotros toda persona que habita y participa del medio urbano, social, económico y cultural de la ciudad y no sólo el que ha nacido en ella. Por lo tanto todos aquellos conciudadanos procedentes de otros países tendrán voz y voto en la gestión de la ciudad a la que aspiramos, recogiendo el lema “Aquí vivo, aquí voto”.

Pretendemos que el ciudadano haga su ciudad y participe en su transformación. Para ello es necesaria la confluencia de ideas con todas las aportaciones que enriquezcan el concepto de ciudad desde los barrios, asociaciones de vecinos, colectivos de diversa índole desde una óptica de radicalidad democrática. Queremos presupuestos plurales y participativos y abiertos a la ciudadanía en los que los problemas cotidianos y las demandas ciudadanas tengan cabida en la gestión de la ciudad y ésta se vea reconocida en ellos. El ayuntamiento debe ser la voz de los barrios y no esperar que éstos acudan a él. Sabemos que para ello es necesaria una cultura democrática activa y de implicación del ciudadano que hay que trabajar.

b) Ciudad libre de ordenanzas:

La ciudad despliega el espacio público en su totalidad para ser disfrutado y usado por los ciudadanos. El espacio urbano no puede ser limitado, restringido, sancionado y criminalizado según qué actividades se realicen en él. La calle pertenece íntegramente al ciudadano y a todas las manifestaciones libres que quieran emprenderse. Decimos “No a la ordenanza cívica” que es un ataque vergonzoso en toda regla al concepto de civismo, que impone y “normaliza” al ciudadano, dejándolo vulnerable ante la ambigüedad de un reglamento contrario a él. No queremos cambiarla ni reformarla, debe ser derogada.

Pretendemos que la ciudad sea un espacio colectivo abierto a la manifestación artística y lúdica de la gente. Nuestras calles y plazas no están destinadas a circular y consumir, sino al encuentro de personas. Los espacios públicos no pueden ser molestos y quedar prohibidos. Nos rebelamos ante la imposición del papel de “chivato” que la ordenanza otorga para colaborar con la policía para detectar posibles infracciones en una “acción preventiva” que legitima cualquier tipo de actuación. El ciudadano no puede limitar el concepto de ciudadanía en base a una normativa que restringe la libertad individual y colectiva.

c) Ciudad laica y tolerante:

Entendemos el laicismo como el respeto de las creencias personales dentro de un marco común e integrador de convivencia alejado de ellas. Una ciudad laica es aquélla en la que todas las manifestaciones religiosas tienen cabida en el ámbito privado pero ninguna de ellas impone costumbres y no le marca el ritmo de vida cotidiana al conjunto de la ciudadanía. El ayuntamiento, que es voz del ciudadano, respetará el marco común. Rechazamos entregar y modificar el medio urbano al servicio de la religión y sus manifestaciones festivas (última reforma de la calle Ángel Ganivet). La ciudad es el espacio para el encuentro del ciudadano y no del creyente.

Queremos un modelo de educación pública, igualitaria y laica en el que los fondos disponibles sirvan para garantizar el acceso de todos los ciudadanos a la educación y no para la concertación de centros privados, la enseñanza de la religión o la discriminación y detrimento de lo público y común frente a modelos derivados de las creencias religiosas, por muy integradas en la tradición que estén. Se deben primar las formas de expresión innovadoras y rompedoras sobre las manifestaciones culturales y sociales ligadas a la tradición, ya suficientemente consolidadas. Buscamos la erradicación de festejos y tradiciones basados en el maltrato de los animales, y en particular las corridas de toros.

Una ciudad tolerante y habitable por todos ha de abanderar la defensa de los derechos de los inmigrantes, al fin y al cabo ciudadanos del mundo como los nacidos en ella, su integración en todos los niveles y la lucha contra su discriminación. Igualmente nuestro modelo de ciudad es incompatible con la discriminación de la inclinación e identidad sexual y desde su gestión debe erradicar toda forma de homofobia y transfobia.

d) Ciudad que tiene memoria:

Creemos y estamos convencidos de que hay que avanzar en las libertades y la defensa de los derechos humanos de la ciudadanía siendo respetuosos y agradecidos con aquéllos que lucharon y dieron su vida por un futuro democrático. Una ciudad que reconoce su pasado no puede encerrar en la amnesia a sus muertos, que son los nuestros, y los de una ciudad en libertad. Por ello queremos una ciudad que se esfuerza en rescatar las voces y testimonios de los escombros y las tumbas.

Una ciudad que tiene memoria y pretende recuperar aquélla que ha sido sometida al olvido durante la democracia debe asumir y llevar hasta sus últimas consecuencias el cumplimiento íntegro de la Ley de memoria Histórica, desarrollando en la medida de lo posible todos aquellos aspectos que sirvan para dignificar a quienes nos regalaron y mantuvieron vivos los valores republicanos bajo la ignominia y el terror de un régimen fascista que pintó calles y plazas con honras y saludos a sus torturadores y asesinos. La lucha por la memoria es una lucha por el futuro.

Tomás Martínez Peña